lunes, 18 de mayo de 2009

...

Muchas veces me he preguntado cosas que nadie sabe explicarme con exactitud.
Me encontraba haciendo una cara feliz con azucar en una mesa de vidrio.
¡Mentiste!... mentiste como si la mentira fuese una atadura hacia mi.
Mientras pensaba en alguien, alguien más pensaba en mi.
Mi
única verdad absoluta es aquella que no conozco pero guardo celosamente.
Moriré un día lunes... tengo la certeza.
Mejoraré algo en el mundo, aunque ese algo sea tu capacidad de amar...

jueves, 23 de abril de 2009

Lo que llaman amor y lo que yo creo que es el amor


Se acercó a mi esa persona, a quien llamaré "El extraño" porque no pretendo mencionar su nombre y no quiero hacerlo. Se acercó quién sabe con qué finalidad y me tomó de los hombros....

- ¿Crees en el amor?... No preguntes, sólo responde, ¿Crees?...

El resultado de su indagación, probablemente sin motivo alguno de saber si yo realmente creo en el amor, provocó estragos en mis adentros. Mientras El Extraño me observaba, de manera analítica, esperando una respuesta. Una extensa lista de nombres surgió en mi cabeza, todos ellos personas a quienes en algún momento de mi vida consideré como personas amadas, pensé en todas las veces en que he dicho esa frase de dos palabras que quiero evitar decir en este momento y, de paso, pensé en si realmente había despertado en mí esa sensación de la que tanto se habla. "El amor duele", "Si no duele no es amor", "El amor es sexo", "El amor es sacrificio"... En fin, todos los conceptos generaban dentro de mi una imagen difusa sobre lo que llaman amor y lo que yo creo que es el amor.
El Extraño seguía en la espera de una respuesta y yo no pensaba responder lo que El Extraño quería escuchar, por alguna razón que desconozco, quería responder de manera sincera a una respuesta protocolaria.
Es decir, cuando alguien pregunta "¿Cómo estás?" no es porque le interesa saber cómo está anímica y emocionalmente la persona a la que se dirige, pocas veces se pregunta con un sincero interés; eso es percibido y por tanto la respuesta toma el mismo grado de superficialidad protocolaria... "Bien, ¿Y tu?"...

El Extraño seguía esperando mi respuesta y yo seguía confundida escaneando mi vida entera.
El término "amor" se volvía cada vez más abstracto en mi capacidad de análisis.
El Extraño me miró fijamente a los ojos y me dijo:

- ¿Qué pasa?, ¡Vamos!, no seas tímida... Responde, ¿Crees en el amor? ¿Te has enamorado?...

- Pues, no lo sé... no estoy segura...

- No hay estados medios en cosas así, es una cuestión de responder "sí" o "no"...
Entonces, ¿Sí o no? ¿Crees o no crees?...

- No, no creo... --No me gusta responder afirmativamente en cuestiones sobre las cuales dudo--.

- Pues, no sabes lo que te pierdes...

...El Extraño dio la vuelta y se fue, dejándome extrañamente confundida...

Imágen tomada de: http://makonde.no.sapo.pt/pinturas/Amor%20do%20seculo.jpg

miércoles, 22 de abril de 2009

Testimonio de un lunes por la noche



Tu vida.
Tiene la intensidad de un segundo en la espera del amanecer.
Cuando el náufrago y la vida se alejan como sueños al avanzar la historia...
Estaba su sombra descansando en la cocina y la sombra del extraño haciéndole el amor. Ella no lo sabía. Ignorante de lo ignorante que siempre ha sido.
Se alzó como el depredador que es y se lanzó sin recelo hacia la presa.
El ruido...
Nadie sensibilizó sus oídos ante la agudeza del ruido...
Huellas carmesí sobre la almohada, sobre la cocina, sobre la sala...

...

... Y nadie volvió a saber jamás sobre ella...

Volví a ese apartamento cada 7 días, como siempre lo he hecho, pero ella ya no estaba, como si ella ya no existiera y las huellas podridas adornaban la habitación en mi presencia.

Foto tomada de: http://www.plazapublica.org/imagenes/sangre2.jpg

jueves, 16 de abril de 2009

Estás tan lejos


Tus ojos me lastiman, me desgarran la piel. Me someten y me desligan, de una vez por todas, de lo que hago conscientemente.
Es entonces que concilio el sueño, bajo la sombra punzante de tu mirada, entre tus brazos forjados en piedra.
Incómoda, concilio el sueño.
Mientras duermo escucho tus labios besándome, ese sonido húmedo, el mismo de siempre, cuando me besas con los ojos abiertos y vuelvo a sentir tu mirada, tu maldita y asquerosa mirada, y vuelvo a sentirme tímida e indefensa.
Te siento lejos, demasiado lejos.
Siento que jamás podré tocarte con la punta de mis tímidos dedos, aún teniéndote sobre mí, siento que jamás podré tocar al hombre que amo, al hombre que ha sido forjado en piedra, el que descansa sus respiros donde poso mis pensamientos.
Te siento tan lejos, inmensamente lejos, infinitamente lejos.
...Y las noches del viejo, frío, muerto y cadavérico ártico de tu cuerpo es un planeta que me enseñaste a explorar.

foto tomada de: http://www.sonidobscuro.com/images/articulos/cd/2006/1293cds03.jpg

sábado, 11 de abril de 2009

Enemistad

Recuerdo aquella infancia, en la que gritaba tu nombre muchas veces, lo gritaba y tu seguías lastimándome.

lunes, 30 de marzo de 2009

La luz de la primavera celeste en un día soleadamente perfecto...

…Cuando ocurrió la matanza. La calle y la gente. La gente y la calle. ¡Un fabuloso río escarlata!... brillaba como luces dando la cara al sol de primavera. Un espectáculo mal oliente y, casi, animal. Un espectáculo que los animales carroñeros disfrutarían hasta estallar de satisfacción.

El bestial corazón humano, reflejado con potencialidad en las armas. ¡El asquerosísimo sabor de la guerra!... ¡El asquerosísimo sentido animal semi-humano!... el humano a penas conoce su sentido humano. ¿Y cree conocer el sentido sobrehumano?...

…¡Juguemos a equivocarnos!... para que los dioses se rían de nuestra ignorancia.

Más arriba... ¡Allá en el paraíso!...

- Mira el cielo, lo más alto que puedas ver…
- ¿Qué tan alto?...
- Lo más alto…
- No puedo más…
- Sigue viendo, cada vez más arriba…
- Veo lo mismo siempre…
- ¿Qué crees que hay allá?...
- El infinito o algo similar…
- Hay un universo, lleno de planetas, galaxias, cúmulos, nebulosas…
- ¿Lo que vemos por las noches?…
- ¡Exactamente!... la noche suele quitarnos una venda de los ojos, ¿No crees?...

sábado, 28 de marzo de 2009

Luz clandestina....

Luz no llegaba a Luz, ella era Lucecita. Lucecita por sus padres, sus hermanos y sus amigos… ¿Quiénes quedan?... a esa edad, nadie.
Lucecita jugaba a ser Luz y brillaba en su inexperiencia. En su brazo derecho yacía una bebé que no lloraba y era llamada Fabiola, aunque a veces tenía otros nombres, y en su mano izquierda un biberón de aquellos que nunca se quedan sin leche. Lucecita reía, corría y lloraba. A veces Fabiola caía de sus brazos, pero no lloraba, era más valiente que Lucecita.
Lucecita jugaba con las luciérnagas, las tocaba. Lucecita jugaba con las estrellas, pero no podía tocarlas. También jugaba con Pedrito, el hijo del albañil, aquel que se sentía atraído por la piel de Lucecita, aquella piel blanquecina y con aroma a crema humectante, como a rosas o talvez a vainilla. Pedrito olía su brazo, no olía a brazo o a rosas o a vainilla, sino a cemento y a veces a cenicero. Resultaba divertido jugar con los ceniceros de papá. Ya que papá no dejaba que jugara con aquella luz que metía en su boca, esa que le provocaba tanto placer, esa que despide tanto humo y que huele a cenicero. Lucecita consiguió una de esas para Pedrito. Pedrito se sorprendió de Lucecita, de sus habilidades clandestinas. Pedrito en sus adentros admiraba a Lucecita, porque su mamá no la regañaba. Lucecita solía invitar a Pedrito a su casa, llevarlo a su cuarto y proponerle juegos nuevos, de esos que nunca había conocido, de esos que hacían los papás de Lucecita y de otros que hacían Domingo y Sabrina, los hermanos de Lucecita, de esos en los que el que no se quita la ropa, pierde. También aquel que tanto les gustaba, el de respirar aquel talco que Lucecita sacaba del bolso de Sabrina, luego jugaban a alcanzar a la jirafa púrpura y escuchar el canto de los osos de peluche. Eran un coro excelente. Luego llegaba Domingo y jugaban al doctor. Ese juego no era tan divertido, pero era el único que Domingo quería jugar. Sin duda, la familia de Lucecita era la familia perfecta. Todos jugaban y compartían sus juegos. Mientras que Pedrito, tenía que pasar aburridas horas en la escuela, todo un castigo. ¡Diablos! ¡Que injusta es la vida con los pobres!...

La huella, después de tanto...

… Una huella marcó el destino y se zurció en la distancia. Una huella tras otra. Una cadena de huellas. Pasos y más pasos. El sentido del avance, el delirio del estancado. La huella, después de tanto, en el inicio de lo que puede ser el principio de lo que está por conocerse ya anteriormente conocido.

La huella después de tanto, es el testimonio del desaparecido. La huella es la historia y es el camino. Es el sello y es el canal que lleva consigo el fugitivo. La huella y el creador, formador y caminante. Creador de huellas. Creador pero no continuista. Escultor de pasos. Paso a paso.

La huella, después de tanto es un símbolo. Una metáfora. Un poema. Un llanto. Un recorrido. Un descanso.

martes, 24 de marzo de 2009

Anécdota

Sentada a las afueras de la Universidad.
Generando falsas ilusiones, un espejismo de aquel automóvil púrpura llegando justo ahora que le necesito tanto. Me ilusiono tan fácilmente que supongo, en la distancia, habrá de leer mi mente y llegará ahora mismo.
Una rústica forma de admitir mi ilusa forma de apagarme y dejar que caiga la noche en la espera.

lunes, 16 de marzo de 2009

A veces, es lo único que nos queda

El abrazo fundido. A veces es lo único que queda.

Aquel recuerdo que se pierde en la distancia, aquel trozo de viento que ahora es aroma valioso. Aquella pieza de ti y de mí, la unión genética y la unión cósmica, supremacía universal. Vida propia.

Tenía un nombre y un apellido. Tenía un cuerpo y todos sus sentidos. Tenía tu historia, tenía tu calma. Tenía una boca y el hambre en su alma. Un hambre honda, profundidad, barranco obscuro. Nadie se atreve a explorarle. Ni tú, ni yo.

¿Quiénes somos ahora?... desde que cambiaron nuestros nombres.

¡Maldito destino!... cambió nuestros nombres…

- Papá, vigila a tu hijo…

- Mamá, mejor hazlo tú…

¿Quiénes somos ahora?... ¿Merecemos esto?...

- Papá, ¡busca un trabajo!

- Mamá, ¡cuida de tus hijos!

¿Quién eres para juzgarme?...

- …

- …

Soy la sombra… aquel que rompe el silencio, aquel que llora en tu oído, aquel que visita tus sueños y pinta tus pesadillas. Soy tu peor miedo, soy el frío en tu cuerpo, soy el pesor en tu conciencia, soy el suspiro en tu llanto… ¡Soy tu hijo, mamá! ¡Soy tu hijo, papá!... ¿Por qué me dejaron morir?... ¿Por qué?...

jueves, 12 de marzo de 2009

¡Sí!

Sí, ¡Soy mala!...
Sí, ¡Soy satírica!...
Sí, ¡Soy sarcástica!

... ¿Y qué?...

A fin de cuentas, soy libre.
Nadie puede afirmar que no lo soy mientras los hechos no me obliguen a aceptarme como tal. ¡Soy libre!... hasta que permita lo contrario...

miércoles, 11 de marzo de 2009

Pocas personas comprenden

Pocas personas comprenden la verdadera labor que cumplimos los escritores principiantes, o simplemente, son pocas las personas que quieren ver que existe una labor para nosotros. No obstante, son aún más escasas las personas que comprenden lo que hace un escritor o escritora sentandose a solas a observar su alrederor.

Tomando apuntes

Tomando apuntes, ahí sentada. Bajo una inútil muestra del silencio y dentro del marco de mis posibilidades estudiantiles; dentro de los muros, a fin de cuentas. Las posibilidades se vuelven inmensas después de todo. A mi lado, una adolescente lee un poema que escribió su novio, estruja su rostro al notar que el poema estaba acompañado de unos trazos que formaban la imagen de una mujer desnuda, una muy distinta a ella. ¿Seré yo?, se habrá preguntado. O bien, la indirecta es clara en todas las interpretaciones que quiera hacerse respecto a ella.
Una escritora como yo simplemente resume la realidad y enfatiza lo "inenfatizable", ¿Qué puedo saber yo de eso?... nada más lo que mis dedos procesan al cabo de segundos de observación subjetiva hacia el mundo.
Shh... no le digas a nadie...

miércoles, 4 de marzo de 2009

Alma en vejez

…y sus palabras siempre serían las mismas. Nunca habrá un “adiós” más salado que el de aquella noche. Porque aquella noche, se vislumbrará traslúcida y desteñida en la memoria fortuita del alma en vejez.

…Y se hizo la prostitución

Los campesinos, dueños de las tierras. Sudaban el trabajo, sudaban la justicia. Vestían lo necesario, comían lo necesario, tenían lo necesario.

El llamado, la coincidencia. Unas naves se divisaban sobre las aguas allá en la lejanía, eran sorprendentes, se movían sobre las aguas, se acercaban. Algo nuevo estaba por conocerse.

Hombres distintos, hombres con piel de distinto color, hombres y mujeres diferentes. Trían consigo objetos nuevos y nuevos lenguajes, creencias y pensamientos...

…y, ¡Se hizo la prostitución!...

viernes, 13 de febrero de 2009

Cuando me case con tu almohada, beberé té como una viuda cansada de fingir que no desea respaldo, fingiré que no deseo alivio. Cuando vuele por el llanto, beberé té al compás de tus latidos y absorberé el limón sin fruncir un labio. Estaré tan ebria para entonces.
La locura de la cantante llorona, las líneas de grana sonriendo en tu espalda, un suspiro ahogado por la noche suicida. Eso y nada más…
Cuando te regale una sonrisa opacada por la muchedumbre, beberé té sorbo a sorbo y en cada sorbo suplicaré tu nombre. Cuando calle el gemido, cuando se hiera la noche con el rasgar del peligro, cuando digas que no me conoces, cuando olvides mi nombre, cuando tu boca llegue al punto de ebullición. Beberé un té de lujuria y calmaré los sentidos. Una vez más, por ti y por mí.
Cuando creas que has olvidado el sentido del olvido, olvidarás, después de tanto, haberme conocido.
Cuando llores, cuando inhales el cigarro solo y confundido, será entonces que existo para ti. Mientras tanto, beberé té a solas en mi cama, observándote en la ventana al caer en sueño la ciudad, aquella que habla. Para entonces, no habrá sonido.
Un té para dos…
Y bajo la mesa se escucha un zumbido. Sí, es la conciencia. Mi amor, es tu conciencia… entonces serviré otra taza de té, que después de enfriarse, se beberá sola.
Sorbe un poco de té y verás las estrellas, verás la penumbra, verás la luna, verás el sol, verás un barco de papel anunciando un viaje gratuito al paraíso… pero no verás el polvo salir de mi bolsillo. Sorbe un trago de té, amor mío.

Cuando creas que has amado mudamente, cuando creas que esto es un laberinto, cuando llores en mi hombro, niño mío, te invitaré a otra taza de té. Cuando tus mejillas se entumezcan y no quede más remedio que sonreír abatido. Cuando sientes que no eres tú, búscame, siempre estaré sola. Sola para ti. Beberemos una taza de té y solo recordarás el siguiente día. Un té de sonrisa, a tu lado. Y otra vez, por ti y por mí. Beberemos un té en nombre de los dos y las estrellas cantarán en un coro y la sinfonía la haremos tú y yo.

El resultado después de la pesca


(no quiero problemas con "derechos de autor", link de la página original: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim6v4qI8xjhOquakNFpiGNVwM2IH8IcwN6Ei1my6rbsVp4sZIVKBz0L1_jzoggKNi4CgNZYJDBjdTmcSmB7EPZ-1RLk4BJ5qRHg2V3FIlLmLQIfF9sLQcJzbPLL5hGxbW8GZ_Nz2XbxzU/s400/20070408162520-salgadasebastiao-vejez-.jpg)

El resultado después de la pesca, siempre es el mismo. No importa si brota la sangre, si me esfuerzo hasta el cansancio o si cae la noche… siempre es el mismo, ¡Maldita sea! ¡Maldito océano! ¡Maldito cielo!... ¡Malditos todos!...
Moriré senil y testarudo, amargado y herido. En fin, moriré y eso es lo que importa. El resultado después de la pesca, me da asco. Pero la pesca es para los ancianos. Moriré llorando en la playa, mientras los niños ríen. Moriré y se volverá a mencionar mi nombre.
Envejezco, lo sé. El resultado después de la pesca, me huele a muerte, porque no hay peces. Me huele a playa limpia, limpia de vida. Logró despojarse de los malditos seres vivientes.
¡Hombre! Sí, Tú… ¡Maldito seas!... eres tan egoísta que no dejas un pez siquiera, ni uno solo, ni para este anciano que se pudre en la espera.
¡Maldita la vida! ¡Maldita la vejez!... el resultado después de la pesca, es el mismo, terminar vomitando maldiciones. Maldiciones y sangre. Maldiciones y asco. El asco que me provoca la vida misma.
El resultado después de la pesca es, entre tanto, la soledad de este anciano que regresa a casa para hablar con él mismo sobre cómo estuvo la pesca.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sin mí

Saliste.
Saliste sin mí, yo misma te he visto.
Vi que escapabas de nuestro hogar, nuestra dulce morada.
¿Acaso no me amas?... ¡Respóndeme! ¿No me amas?...
Lamento todas las veces en que te he gritado, todas las veces en que te he golpeado. Incluso, lamento haber quemado tu piel. Ya te dije que me habías hecho enojar demasiado aquella tarde.
Lo lamento, tú sabes que eres lo único que tengo, mi única compañía. Sabes que eres como un hijo para mí. Sé que a mi edad los achaques hacen que recurra a la violencia. Pero, así mismo, sabes que no soy muy buena con aquello de demostrar mis sentimientos. Pero es mi forma de quererte. Y tú lo sabes.
Lamento haber roto la silla de madera en tu espalda, debes admitir que me habías enfurecido con esas actitudes inmaduras tuyas de querer comer y querer ladrar todo el tiempo. Sabes que eso me enfurece mucho.
Pero, ¿Por qué te fuiste?... ¿Por qué te fuiste sin mí?...
Ya no quieres cuidar a esta pobre anciana, de seguro es eso.
Pobre de mí…
Te has ido quién sabe dónde. Corriendo. Sabes que no puedo seguirte.
Un día te sentirás solo y volverás a mí. Lo sé.
Pobre de mí…
¿Por qué te fuiste?... Así, sin mí…




Dedicado a todos aquellos que huyen, así como si nada. Aquellos que huyen de todo y a la vez, huyen de nada. Aquellos que huyen por el placer de huir. Aquellos que huyen sin rumbo fijo, porque, a veces, el “sin rumbo” es el camino a casa. Pero shhh… no le digas a nadie…

Confesiones

Todos lloran, hasta los que no pueden ver. Todos han llorado alguna vez. Algunos creyendo que no lloraban, algunos otros creyendo que no volverían a llorar. El llanto es a veces un secreto. El llanto es un tema malísimo para hablar en este momento, así que… shhh… no le digas a nadie…
Una rosa estaba en un jardín, una gota rozaba el volumen de su corpóreo aroma. Eso la incomodaba de cierto modo. La rosa era púrpura, púrpura porque el resto eran carmesí y no deseaba ser corriente, así que adoptó una pigmentación original. Una abeja rozó sus felpudas y punzantes patas sobre su figura. Eso también la incomodaba. La abeja succionó abusivamente toda su dulce esencia, sin su consentimiento. ¿Qué pretendía esa abeja?... Eso la incomodaba aún más. La rosa se sentía demasiado sensible, no era capaz de sentirse cómoda con nada, sólo con la vanidad y satisfacción que le provocaba el ser observada y admirada, pero nunca, jamás tocada. De la médula en su espalda brotaron llagas, de las llagas púas, de las púas dagas, de las dagas… violencia que matizaba exóticamente con esa vanidad.
El hombre… ja ja ja ja… el ingenuo hombre de la tierra. Usando sus métodos de cortejo pretendía entre líneas reproducirse con la mujer y luego huir cuando conozca el lado animal del ser humano, cuando se entere que la mujer procrea a raíz de los impulsos que lo tienen cortejándola.
- ¡Mamacita, te voy a regalar una florcita!...
La mujer… ja ja ja ja… la ingenua mujer de la tierra. Un buen partido llama a su puerta: Romántico y poético, de esos que no quieren sobrepasarse. Aquel que le dijo que la ama mientras colaba sus manos entre sus piernas, esas piernas de térreo marrón llenas de lunares rosados, lunares de piel carcomida, de aquellas huellas que dejó la mal-cuidada varicela. Sí, él la amaba porque la acariciaba diciéndole que la amaba. ¡Eso es amor, amor verdadero!...
- ¡Mamacita, te voy a regalar una florcita!... esta moradita, tan bonita como vos…
El adolescente, en su ritual de cortejo, tocó la rosa. La rosa se incomodó…
- ¡Déjame! ¡No me toques!...
El adolescente seguía forzando la espalda de la rosa, deseaba arrancársela, partir en dos su espalda. Mientras que la rosa seguía forcejeando contra esas abusivas manos.
El adolescente… ja ja ja ja… el ingenuo adolescente de la tierra. No sabía que la rosa tenía una estrategia de defensa, la rosa acrecentó sus espinas, las insertó a través de esa morenísima piel emblanquecida de las palmas, la rosa bebía embriagándose de ese líquido carmesí, la rosa insertó una espina desde su espalda hacia el caudal del que brotaba ese embriagante néctar. El adolescente de la tierra no sabía qué hacer, sangre brotaba de su muñeca izquierda, eso le causaba dolor, la rosa succionaba de sus venas su vida, su piel empalideció sin derramar una sola gota, la rosa la estaba bebiendo toda. La rosa estaba extasiada.
El hombre, el adolescente, el buen prospecto, el amor de su vida… estaba cayendo completamente vacío, hecho cadáver hacia el suelo, su piel mortecina se había esclarecido. Una equimosis en la muñeca de su amado. La mujer, la ingenua mujer de la tierra había perdido a su amado, a su príncipe. Su cabeza generaba una teoría: que su hombre había muerto de alguna enfermedad que lo estuviese convirtiendo en albino, por lo rápido que esclareció su piel, que quizás no soportó su transformación en rubio o talvez, que había muerto de amor por ella. Sea lo que fuese, le resultaba romántico y se lanzó hacia su amado llorando y sollozando.
La rosa, en cuestión de segundos de había ensanchado y enrojecido vivamente. Brillando con ese púrpura rojizo que brillaba en su cabeza y esas púas que ya no permanecían erectas. La rosa estaba más viva que nunca y ebria de satisfacción. Pero, shhh… no le digas a nadie que fue ella quien mató al adolescente…

sábado, 31 de enero de 2009

Una ventana... sólo una...

Una ventana. Una de esas que permiten la percepción en los poros... la ventana abierta a la LIBRE EXPRESIÓN.