lunes, 16 de marzo de 2009

A veces, es lo único que nos queda

El abrazo fundido. A veces es lo único que queda.

Aquel recuerdo que se pierde en la distancia, aquel trozo de viento que ahora es aroma valioso. Aquella pieza de ti y de mí, la unión genética y la unión cósmica, supremacía universal. Vida propia.

Tenía un nombre y un apellido. Tenía un cuerpo y todos sus sentidos. Tenía tu historia, tenía tu calma. Tenía una boca y el hambre en su alma. Un hambre honda, profundidad, barranco obscuro. Nadie se atreve a explorarle. Ni tú, ni yo.

¿Quiénes somos ahora?... desde que cambiaron nuestros nombres.

¡Maldito destino!... cambió nuestros nombres…

- Papá, vigila a tu hijo…

- Mamá, mejor hazlo tú…

¿Quiénes somos ahora?... ¿Merecemos esto?...

- Papá, ¡busca un trabajo!

- Mamá, ¡cuida de tus hijos!

¿Quién eres para juzgarme?...

- …

- …

Soy la sombra… aquel que rompe el silencio, aquel que llora en tu oído, aquel que visita tus sueños y pinta tus pesadillas. Soy tu peor miedo, soy el frío en tu cuerpo, soy el pesor en tu conciencia, soy el suspiro en tu llanto… ¡Soy tu hijo, mamá! ¡Soy tu hijo, papá!... ¿Por qué me dejaron morir?... ¿Por qué?...

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